1/30/2015

Analogías de Romance X de C. Breillat con Intimidad de J. P. Sartre

“No hay psicología masculina en mi cine, solo hay resentimientos y deseos de mujeres, un hombre no debería tratar de reconocerse a si mismo en mis personajes masculinos. Por otro lado, él podrá encontrar una mejor comprensión de las mujeres. Un conocimiento de lo otro es la meta más alta”.
Catherine Breillat
Romance X (Catherine Breillat) 
(Escenas de la película)

(Romance X) es una película dramática francesa de 1999, escrita y dirigida por Catherine Breillat. Es protagonizada por  Caroline Ducey , el actor pornográfico  Rocco Siffredi Sagamore Stévenin  y François Berléand . En la película aparecen escenas explícitas de copulación, especialmente mostrando teniendo sexo Caroline Ducey con Rocco Siffredi.
Catherine Breillat
La filmografía de Catherine Breillat , gira en torno a la sexualidad de la mujer, cuya característica es su sentido introspectivo, que más que desnudar cuerpos, desnuda el alma femenina en sus más recónditos intersticios, aquellos pocas veces revelados o reconocidos explícitamente por las mismas mujeres. Sus imágenes realistas, muestran su obra en un recorrido por el filo de la navaja entre el exhibicionismo y la introspección. De hecho admite que tratan, después de todo, el tema sexual, aunque lo hacen bajo la guía de una radical diferencia en su concepción. En palabras de Breillat “yo tomo la sexualidad como sujeto y no como objeto”.  
Por ello mismo, para Breillat la exposición visual del sexo es inseparable de la representación de la conciencia de sus personajes femeninos.  Los orígenes artísticos de Breillat, se remontan a su etapa de novelista, y fue a partir de 1975, que tuvo una transición hacia el cine, con la adaptación de su cuarta novela “Le Soupirel” retitulada: "Une Vraie Jeune Fille", en este período de transición de novelista a directora tuvo un breve período como actriz. En 1972, Breillat apareció en: "El último Tango en París" de Bernardo Bertolucci, con un personaje llamado Mouchette (1966), Bertolucci no pudo haber elegido ese nombre más apropiadamente, tomado del epónimo protagonista Mouchette de Roberto Bresson (1966). La Mouchette de Bresson, una mujer completamente vetada de derechos, que es sexualmente precoz, abusada y suicida, sirvió como modelo para muchas de las adolescentes torturadas propias de la cinematografía de Breillat. Este film de Bertolucci, el cual se centra en la angustia emocional de un hombre americano en París que comienza un anónimo y transgresivo affair en un vacío y desvencijado departamento, fue sin dudas una influencia en la representación de Breillat sobre el tema de la sexualidad. De este modo, en 36 Fillette Breillat,  trabajó con Jean Pierre Leaud, actor que tuvo una leve aparición en El último Tango en París. Y de seguro que los problemas que Bertolucci enfrentó con esta película por su representación de sodomía, entre otros temas, fue uno de los que Breillat tuvo que familiarizarse.
En "Romance" de 1999 se enfrentaría la censura a nivel internacional ya que el filme fue prohibido en algunos países o fue catalogada como película X. En esta situación fue que Breillat declaró su postura al decir que “la censura era una preocupación masculina y que la certificación X estaba unida al cromosoma X”. Esta afirmación se ve reflejada en el póster francés del film, en el cual se revela a una mujer desnuda con sus manos entre las piernas, una gran X es impresa sobre la imagen revelando la base del problema; una mujer en contacto con su propio sentido de placer sexual.
Romance y el mundial discurso sobre la pornografía que surgió al ser estrenada es el mejor representante del desafío y lo interesante de su trabajo. La película esboza las vivencias de Marie una mujer cuya pareja se rehúsa a tener sexo con ella, su frustración la conduce a una serie de affaires en un esfuerzo no sólo de encontrar placer, sino, aparentemente, de llegar a alguna comprensión de su propio deseo. El filme es sexualmente explícito, y muestra como en la mayoría de las películas de Breillat, actos sexuales verídicos, de ahí que la autora haya sido elevada al nivel de pornógrafa. Más aún, Breillat coquetea con tales acusaciones al asignar un papel a Rocco Sifredi, un pornostar italiano, como uno de los amantes de Marie. Por otra parte los encuentros sexuales de ella están marcados por un sentido sadomasoquista. En efecto tras haber tenido su bebé ella termina con un hombre que es el director de la escuela donde ella enseña, habiendo hecho explotar el departamento de ella y su pareja (quien es presumiblemente el padre del niño), camino del hospital.
Romance fue vetada en Australia, justo antes de su estreno en Enero del 2000. A partir del reporte de OFLC (Office of Film and Literature’s) Adrian Martin explica las razones de la prohibición, toca precisamente las razones que hacen de las películas de Breillat tan difíciles y a la vez interesantes. Martin reconoce la objeción de la censura a la escena donde Marie es abordada por un hombre en las escaleras de su edificio, en esta escena el hombre ofrece a Marie 20 dólares para realizar un cunilingus en ella, ella acepta sin decir palabra. Luego, ella al voltearse y ser penetrada por detrás parece sollozar, cuando el tipo termina ella grita que no se siente avergonzada. Martin apunta que al describir la escena, el escritor de la OFLC señala que “él ordena a Marie voltearse, ella trata de escabullirse durante la escena al ser forzada a esto”, el punto es que para él el lenguaje del escritor revela su propia respuesta moral frente a una imagen , lo cual es completamente opuesto a lo que es mostrado realmente en la imagen: “una de las cosas más interesantes sobre “Romance” es la forma con la cual ésta deja una impronta al señalar ambiguamente la obscenidad”. En otras palabras, ni Breillat ni Caroline Ducey (Marie) nos brindan ningún signo concreto de lo que a ella le está sucediendo, nosotros no podemos alejarnos con seguridad de la atrocidad de Marie, sólo de la nuestra propia. De hecho, la escena comienza con una voz interna donde Marie proclama que es de hecho su fantasía ser tomada de esa manera, aún el acto en sí mismo está inscrito en el espacio realista del guión, de este modo hace menos claro la línea entre fantasía y realidad que es simbolizado por esa voz en interna en particular .
Cuando observamos esta escena y otras más, el espectador queda sólo con sus pensamientos, en plena introspección y de ahí que resulta casi inmediato proyectar los valores morales de cada quien sobre tales escenas. Como pasa con Martin, quien detenidamente describe la escena entre Paolo (Siffredi) y Marie como “un affair humillante”, aun cuando la escena en sí, puede dar para otras muchas interpretaciones posibles, pues es tan sólo una escena realista sobre un encuentro sexual, como el que puede haber vivido el espectador de diversas maneras.  De hecho Siffredi pregunta a Marie si él puede tener sexo anal con ella, y ella no lo acepta por el momento, pues dice "no estar saciada aun y quiere ser penetrada.  Aún más, la escena comienza con Marie diciéndole a Paolo (Sifredi) mientras sostiene un condón usado, que los hombres gustan de mantener cosas ocultas y él muestra su disgusto por el mismo. El único signo de culpa en la secuencia es cuando ella admite a Paolo (Siffredi), en medio de la relación sexual, el le reclama que como puede amar alguien con quien no tiene sexo, y ella comenta que tiene sexo con quiénes no ama, con quienes ama, no tiene sexo.  
El trabajo de Breillat es obviamente el producto de gran autoría, y rechaza la etiqueta de autora porno y la censura por ello recibida, pues desafía los convencionalismos del arte cinematográfico tradicional.   Breillat  lo expresó en una entrevista de la siguiente manera: “Realmente, yo no pienso mucho en mi audiencia”, lo que evidencia, su iconoclasia, típica de las obras de arte innovadoras.   
Trama general de Romance X: 
Marie es una joven enamorada de su pareja sin embargo por otra parte no suficientemente correspondida. Con la intención de que por cierto su amante vuelva a desearla, Marie se lanza a la búsqueda del amor físico en brazos de un semental italiano y además de un ser humano maduro aficionado a la dominación. Una cinta polémica por sus explícitas escenas pornográficas que fue un gran éxito de taquilla en Francia, ayudada por la buena crítica de la prestigiosa revista cinematográfica "Cahiers du Cinéma"
Lo que pasa en la cama, puertas adentro, dormitorio mediante, refleja la vida que uno lleva: sus rutinas, manías, ocasos, histerias. El acto coital es el libro abierto donde se transcriben con tinta (o sudor, o esperma) el desencanto de la existencia o la alegría de vivir.
Catherine Breillat ha trascrito el manual de la angustia femenina en decenas de films. Puñados de obsesiones, retratos de la pequeña burguesía desencantada: cuando ya no se come para sobrevivir, cuando algún que otro lujo aquieta las aguas de la mediocridad, el acto sexual adquiere un nivel de importancia vital, casi exclusivo, pequeñas muestras del arte amatorio que desencadenan, irremediablemente, en el motor de una vida.
En “Romance X”, una oscura analogía del chasco francés, narra esta tragicómica historia conyugal de Marie. Una mujer, algo joven (-por esto, el nivel de exigencia es un poco más elevado-), aburrida de su marido, un pequeño hombre (-en todas sus extremidades-) que no la satisface en la cama. De esta manera, es que sale desesperadamente a buscar cobijo en los brazos de un semental italiano (el pornstar Rocco Siffredi), el encargado de llevarla a los placeres más absolutos, de devolverle la dignidad como amante, como mujer. Y en los lazos de un hombre maduro, aficionado a la dominación. En las escenas de masoquismo, Marie decide, elige, marca el rumbo de la relación; allí donde ni su marido, el micropene parlante, o el semental italiano, quien da sin recibir gratitudes sexuales, alcanzan.
Breillat no ostenta con las imágenes. Solo rubrica, con la simpleza de una cámara espectadora/expectante, los acontecimientos de la vida de Marie. No empuja ni evita cualquier atisbo de autocontrol por parte de su personaje (central más que nunca, aparece en todas las escenas); la coloca allí, en el límite, vulnerable, dueña del registro sobre su vida. Pero esa precaria manera de contar una historia es lo que enaltece más al film. No busca estremecer, exponer al espectador con imágenes grotescas ni polémicas, están ahí, como el acto cotidiano del ser humano que, llevado por la disconformidad, trata de cambiar su destino. Esa imagen seca, como un desierto de incontables granos de arena, logra su cometido documentario, su ensayo sobre el sexo y la insatisfacción.
Rocco Siffredi , (estrella porno) como Paolo, amante de Marie

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  • Fenomenología de la intimidad femenina
L'homme est une passion inutile. L'être et le néant, 1943
(El hombre es una pasión inútil, El ser y la nada, 1943)
Jean Paul Sartre
Jean Paul Sartre

Lulú se acostaba desnuda porque le gustaba acariciarse con las sábanas y por­que el lavado cuesta caro. Enrique protestó al principio: no se mete uno desnudo en la cama, eso no se hace, es sucio. Sin embargo acabó por seguir el ejemplo de su mujer, pero en él aquello era descuido; cuando había gente era rígido como una estaca, por costumbre (admiraba a los suizos y especialmente a los ginebrinos; les encontraba mucha parada por­que eran de madera) pero se descuidaba en las cosas pequeñas, no era muy limpio; por ejemplo, no se cambiaba bastante a menudo de calzoncillos; cuando Lulú los ponía entre la ropa sucia no podía dejar de notar que tenían el fondo amarillo a fuerza de frotar contra la entrepierna. Personalmente, Lulú no detestaba la suciedad: da más intimidad; pone sombras tiernas, en el pliegue del codo, por ejemplo; no le gustaban nada esos ingleses, esos cuerpos impersonales que no huelen a nada. Pero la horrorizaban las negligencias de su marido, porque eran maneras de mimarse. Por la mañana, al levantarse, era siem­pre muy tierno consigo mismo, con la cabeza llena de sueños; y la luz, el agua fría, la cerda del cepillo, le hacían el efecto de injusticias brutales.
Acostada de espaldas Lulú había metido el dedo gordo del pie iz­quierdo en una rotura de la sábana: no era una rotura, estaba descosida. Eso le fastidiaba. “Tendré que arreglar­la mañana.” Pero de cualquier modo tiró un poco de los hilos para sentirlos romperse. Enrique todavía no dormía, pero ya no molestaba. A menudo se lo había dicho a Lulú: en cuan­to cerraba los ojos se sentía ligado por lazos tenues y resistentes, no podía ni levantar el meñique. Una gorda mosca enredada en una tela de araña. A Lulú le agradaba sentir contra ella ese gran cuerpo cautivo. Si pudiera quedarse como está, paralizado, sería yo quien lo cui­da­ra, quien lo lim­pia­ra como a una cria­tu­ra; al­gu­nas veces lo vol­ve­ría sobre el vien­tre y le daría de azo­tes y otras veces cuan­do su madre viniera a verlo, lo descubriría con cualquier pretexto, levantaría las sábanas y su madre lo vería totalmente desnudo. Pienso que caería dura, debe hacer quince años que no lo ve así. Lulú pasó ligeramente la mano sobre la cadera de su marido y le pellizcó un poco en la ingle. Henri gruñó pero no hizo ningún movimien­to. Reducido a la impotencia. Lulú sonrió, la palabra “impotencia” la hacía siempre sonreír. Cuando todavía amaba a Henri y descansaba a su lado, paralizado así, se complacía en pensar que había sido pacientemente atado por muchos hombrecitos del tipo de aquellos que vio en un dibujo cuando era pequeña y leía la historia de Gulliver. Llamaba a menudo a Henri “Gulliver” y a Henri le agradaba por­que era un nombre inglés y Lulú parecía instruida, pero hubie­ra preferido que Lulú lo pronunciara con acento. Lo que habían podido aburrirla: si quería alguna instruida, no tenía más que casarse con Jeanne Beder; tenía senos como cuer­nos de caza, pero sabía cinco idio­mas. Cuando todavía íba­mos los domingos a Sceaux, me aburría de tal modo con su familia que tomaba un libro cualquiera; siempre había alguno que viniera a mirar lo que leía y su hermanita me preguntaba: “¿Lo compren­de, Lucía?…” Lo que hay es que no me encuentran distinguida. Las suizas sí; ésas son gente distinguida, porque su hermana mayor se casó con un suizo que le hizo cinco hijos, y que los impone con sus montañas. En cuanto a mí no puedo tener hijos, es algo constitucional, pero nunca he pensado que sea distinguido lo que hace cuan­do sale conmigo, de ir todo el tiempo a los mingitorios y yo me veo obliga­da a mirar las fachadas esperándolo, ¿con qué aire? y vuelve a salir tiran­do de su pantalón y arqueando las pier­nas como un viejo.
Inicio de "Intimdad", por Jean Paul Sartre, en: "El Muro", 1939
  • El Muro de Jean Paul Sartre
El libro está compuesto por cinco novelas cortas de 25 a 90 páginas que Jean-Paul Sartre definió como "cinco pequeños desastres trágicos y cómicos". Las novelas que lo conforman son: El muro, La cámara, Eróstrato, Intimidad y La infancia de un jefe.  El muro es una colección de novelas cortas publicada en 1939 por el escritor francés Jean-Paul Sartre. Es considerada como una de las mejores obras existencialistas del autor y fue dedicada a su amante de toda la vida Olga Kosakiewicz, antigua estudiante de Simone de Beauvoir.
  • Trama de "Intimidad"
El acercamiento, la complicidad, la (in)fidelidad, la aceptación, el rechazo, la valoración y la falta de ésta, son algunos de los rasgos que –con mayor o menor intensidad– se manifiestan en las relaciones personales. La mayoría de nosotros hemos tenido esa experiencia humana, esa magia –o desencanto–, inherente a la interacción humana. Este tema (tan perfectamente abordado y narrado) es el principal en “Intimidad” de Jean Paul Sartre.
Por intimidad, en el sentido más obvio –no por ello vulgar–, entendemos aquello que tiene que ver con lo sexual y olvidamos, a causa de nuestra inexperiencia, cerrazón o falta de visión, que también existen (por mencionar algunas) la emocional y la que se manifiesta cercana al conocimiento de la naturaleza propia y que nos permite procurarnos ese placer –ya espiritual, ya físico– que repentinamente necesitamos.
El personaje central (Lulú) es una mujer que vive y respira esa intimidad que todos anhelamos tener con aquellos que nos rodean; ya sea para sentirnos identificados, acompañados o importantes. Sin embargo, no es nunca completa y satisfactoria: para tenerla en todo su esplendor, la reparte –o la busca– en tres entes que se mueven a su alrededor: Henri (su esposo), Pierre (su amante) y Rirette (su amiga). Con el primero vive una intimidad sexual incompleta e insatisfactoria –con él experimenta, más bien, un enternecimiento que la hace sentir pura–, con el segundo la vive de forma por demás plena –aunque en ocasiones se convierte en una especie de lujuria desenfrenada que más ensucia el amor, que despierta la pasión– y con la última sólo tiene una amistad que le aligera la pesadumbre de sus otras relaciones. Empero, ninguno de los tres se preocupa por el perfil emocional y delicado de Lulú (aquél que en ocasiones llamamos “cursi”), lo cual se convierte en un común denominador entre ellos.
Por su parte, ella es una mujer que cuida hasta el más ínfimo detalle logrando que cada uno, por insignificante que parezca, se vuelva importante e indispensable detrás del velo de la ternura y la comprensión. 
El texto, dada su estructura, que quizá se debe a la traducción, es complejo: las voces narrativas se intercalan de forma por demás repentina y es difícil, en muchas ocasiones, distinguir a quién pertenece tal o cuál argumento.
Lo poético y lo narrativo, la maravilla y el hartazgo, lo pulcro y lo sucio, el dominio y la sumisión, así como la ternura y la violencia, son los opuestos que aquí coexisten y que dibujan este relato, que lo mismo habla de la (in)satisfacción del presente que de los horrores del recuerdo de relaciones pasadas cuando alguien más ocupa la otra mitad de nuestra cama. La insatisfacción causada por el poco amor recibido  se convierte en el telón que ambienta la historia. Asimismo, al igual que los textos antes reseñados, nos habla de la absurda convicción humana, pues, aunque Lulú sabe que “no (…) puede hacer la felicidad de la gente” a costa de la suya, no lucha por alcanzarla y la compasión termina por gobernar su vida.
Sartre, Jean Paul. El muro. Ed. Época, novena edición, México, DF., 2002. 292 pp.
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Intimite (1993), dirgida es una película dirigida por Dominik Moll, que presenta la trama de la relación entre Lucie (Christine Brucher) y su pedante y  exigente marido (Francois Chattot), completamente arruinado, así como ella  de su intenso aburrimiento por la vida cotidiana con un hombre tan tedioso, y también psicodependiente de ella. Lucie por ello se lanza a experimentar una aventura con otro hombre (Christian Izard). Es un drama romántico, basado en una historia corta escrita por el filósofo existencialista Jean-Paul Sartre.

Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir


  1. Ontofenomenología sartreana en: "El ser y la nada"
    El ser y la nada, obra escrita por el filósofo francés Jean-Paul Sartre, quien ya con anterioridad se había consagrado esencialmente al estudio de la imaginación desde una perspectiva fenomenológica (Lo imaginario. Psicología fenomenológica de la imaginación, 1940). Redactada durante la II Guerra Mundial, fue publicada en 1943 bajo el título original de L’Être et le Néant. Essai d’ontologie phénoménologique (El ser y la nada. Ensayo de ontología fenomenológica). A lo largo de sus páginas, Sartre se plantea qué es el ser y cómo dar un sentido al concepto de la nada. Para responder a dichas preguntas utiliza el método fenomenológico fundado por Edmund Husserl , a quien agradece en la introducción el habernos desembarazado de la idea del ser como opuesto a su apariencia de fenómeno: el fenómeno se da cuando el ser es. Así, este gran tratado de ontología fenomenológica se articula alrededor de la interrogación del fenómeno “conciencia” y del fenómeno “mundo”. Es sobre la base de esta ontología fenomenológica, u ontofenomenología, que Sartre desarrolla su psicoanálisis existencial, que no busca ser terapéutico, como fue el caso del psicoanálisis freudiano, sino develar por vía discursiva, los fenómenos más íntimos de la conciencia humana, y es este desarrollo discursivo que se ve plasmado en los personajes de sus obras literarias, sean cuentos o novelas. En obras, como las de El Muro, plantea las tensiones existenciales de la vida cotidiana, y en Intimidad, se muestra una fenomenología de las emociones en la intimidad femenina.  La tensión dialéctica entre el "ser en sí" (el objetualizado por La Mirada) y el "ser para sí" (el mundo subjetivo, interior, íntimo), está presente y establece la rubrica del discurso de "Lulu", el personaje femenino, alrededor del cual gira toda la trama.
    Lulú, entremezcla lo perceptivo, lo nemotivo, o recuerdos y lo imaginativo, en sus divagantes y extravagantes juegos mentales, buscando reconocer su "para sí" o "por sí", frente a la cotidianidad dicotómica externa o del "en sí". El "ser para sí", emerge como emociones íntimas, tal y como aparecen fenoménicamente en su conciencia reflexiva; así devela sus campos y flujos de conciencia, introspectivos, retropesctivos y prospectivos; se trata de una intencionalidad dirigida de darle sentido a esa vida cotidiana y rutinaria externa, del "en sí". Sartre, lleva la ontología y fenomenología, al plano de la vida cotidiana, existencial, y al plano de un psicoanálisis hermenéutico (Dilthey), retrospectivo (Proust) y prospectivo (Heidegger), nuclearizando los flujos y reflujos de conciencia, en torno a la emoción, más que a la cognición (Kant) o la volición (Schopenhauer, Nietzsche), sin necesidad de apelar a los opacos inconscientes del psicoanálisis freudiano.
    Esta ontología fenomenológica sartreana, se enmarca en una tradición anterior a Husserl, es decir, al idealismo de Hegel, tal y cómo la desarrolla en sus obras, como Fenomenología del Espíritu y Doctrina de la lógica. Hegel distingue el "para sí" del "en sí", el primero como "ser actual o efectivo", el segundo como "ser posible". El "para sí", entonces, en sentido hegeliano, es producto de la reflexión y la conciencia:
    "Decimos que alguna cosa es para sí, en cuanto quita el ser otro, su relación y su comunión con otro, esto es, en cuanto ha rechazado y ha hecho abstracción de él...,La conciencia contiene ya en sí y como tal la determinación del ser en sí en cuanto se representa un objeto que siente, intuye, etc., y en cuanto, por lo tanto, tienen en sí el contenido del objeto mismo. Pero la conciencia de sí, es el ser para sí realizadoy situado, ya que en ella el aspecto de referirse a otro, a un objeto externo, está superado". G.W.F Hegel. (Wissenschaft der Logik, I, I,3,A; Doctrina de la lógica.)
    Así que Hegel, da una explicación de la conciencia, su fenómeno y su objeto externo; en la que la conciencia es conciencia en tanto tal, ha anulado el objeto externo, y la ha resuelto en su propio contenido interno o fenoménico. Esta es la idea de la que parte Sartre, en su ontología, el "ser para sí", o "para sí" de la conciencia, es la anulación de "la nada" del objeto. El ser es el ser de la conciencia, el "para sí", que anula la nada el "en sí, los objetos externos. (L'Être et le Néant est un essai d'ontologie phénoménologique, pp. 115, ss.. 1945). Maurice Merleau-Ponty, también amplio el tratamiento de esteos temas, en su: "Fenomenologíade la Percepción" (Phénoménologie de la Perception, 1945).

    Evocaciones en Romance X de Intimidad
    Así que las disertaciones introspectivas de Lulú, en: "Intimidad", es la versión discursiva y literaria, de las grandes tesis ontológicas y fenomenológicas, de autores como Hegel, Heidegger, Sartre o Merleau Ponty. Es una fenomenología de la vida cotidiana, y en particular de la vida emocional consciente, en lo hondo de las profundas angustias existenciales. De ahí que resulte particularmente relevante, cómo este tipo de obras, de novelas, narraciones cortas, o cuentos sartreanos, han tenido influencia en el arte posterior. La obra de marras, "Intimidad", narra los conflictos emocionales de amor-desamor, atracción-repulsión, de Lulú (Lucía) hacia Henri (Enrique), a quien prefiere a pesar de no ser hombre viril, atractivo y limpio, por encima de su amante suizo Pierre (Pedro), viril, atractivo y ordenado; a quién más bien le teme.  Sin que se haga referencia a Sartre específicamente, la cineasta francesa Catherine Breillat, en su película: "Romance X", parece evocar: "Intimidad", tanto en las narrativas introspectivas de la protagonista, Marie, con un grave conflicto con su pareja, poco viril e interesado en el sexo, y que la desprecia a ella, por sus necesidades sexuales y emocionales; encontrando un amante, Paolo, que es exactamente lo contrario, atractivo y viril, con una sexualidad prominente, a la que ella teme, a la vez que necesita, pero del cual no puede enamorarse, pues no se puede enamorar de quien le haga el amor, a quienes más bien los desprecia. Por eso ama a su marido, que la desprecia a su vez a ella. Los conflictos internos, gustos y disgustos, de Marie de Romance X, permiten entonces, analogizarlos, con los de Lulu, de Intimidad de Sarte, y no resulta difícil encontrar muchas otras similitudes emocionales entre ambas protagonistas femeninas, aunque la película, no puede explorar las dimensiones más profundas de la intimidad femenina, como sí lo hace Sartre en su obra.
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    Simone de Beauvoir
    Olga Kosakiewicz, fue una de tantas alumnas y amantes de Simone de Beauvoir, que fue introducida a Jean Paul Sartre como amante, y con quien hicieron un trío; al igual, que Wanda, la hermana de Olga. No obstante Sartre siempre prefirió a Olga, a quien dedicó su obra: El Muro, y quien también se terminó casando con el amante de Beauvoir, de largo tiempo:  Jacques-Laurent Bost 

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